Fotografía 3D


Parece que siempre ha habido una fascinación por las imágenes tridimensionales. ¿Quién no recuerda aquellos visores View Master en los que se insertaba un disco con pequeñas fotografías en las que los sujetos parecían saltar hacia nosotros?

Actualmente, tanto el cine como la televisión ofrecen el efecto 3D, aunque todavía a un costo que nos hace pensar un poco antes de adquirir la nueva tecnología. Por eso, aquí presentamos hoy una forma de acercarnos a este interesante efecto conocido como Fotografía Anaglífica

Las primeras imágenes con efecto tridimensional datan de hace más de 150 años, cuando, en 1853, Wilhelm Rollman desarrolló el primer método para crearlas. Desde entonces, ha habido muchas formas de crear este efecto. Una de las más sencillas es a través de pares de imágenes que modificamos para que se vea únicamente una parte del espectro de color y que luego unimos en una sola. Al tratar de corregir la imagen compuesta, el ojo interpreta la diferencia entre las áreas de color distinto como profundidad y volumen.
La Toma
Lo primero que hacemos es buscar un sujeto apropiado. Lo ideal será algo que no se mueva y que presente distintos planos. Si se trata de un paisaje, por ejemplo, habría que buscar que haya algún elemento en primer plano que se quiera hacer destacar del fondo. Si se quiere retratar un solo elemento, habría que buscar que éste tuviera un volumen suficiente para que el efecto sea apreciable. Obviamente, los objetos planos, como algunas fachadas de edificios, sirven poco para este fin, a menos que contengan elementos en relieve. También es posible retratar personas, pero habrá que asegurarse que no se muevan hasta que se haya hecho la segunda toma. El más pequeño cambio— un giro de la cabeza, un parpadeo, etc.—puede echar a perder la toma.
Una vez elegido el sujeto, calculamos la exposición procurando mantener fija la abertura del diafragma, para evitar cambios en la profundidad de campo, y hacemos un par de tomas, variando el eje visual apenas unos centímetros entre una toma y otra. Conviene hacer muchos pares de imágenes antes de ir al siguiente paso y procurar que las tomas sigan siempre la misma secuencia (izquierda-derecha o derecha-izquierda), pues después tendremos que saber cuál es cuál.
El Proceso
Existen varios programas que hacen el proceso en forma automática, pero también se puede lograr mediante un sencillo proceso de unos cuantos pasos con software como Adobe Photoshop. Empezamos por abrir con el programa las dos imágenes correspondientes a uno de nuestros pares. Luego, eliminamos los canales azul y verde de la imagen izquierda y el canal rojo de la imagen derecha. Después unimos las imágenes. Como las hemos tomado desde puntos de vista distintos, éstas no coincidirán por completo, pero de eso se trata. El ligero desplazamiento entre una y otra es lo que nos dará el efecto que buscamos. Sólo trataremos de hacer coincidir el elemento principal de la imagen.
Una vez creada la imagen compuesta, para percibir el efecto tendremos que verla a través de gafas anaglíficas, o sea, gafas en las que el lente izquierdo es rojo y el derecho es cian. Al filtrarse la luz de este modo, el ojo interpretará la discrepancia entre las imágenes que componen el par como diferencias en profundidad, generando la impresión de tercera dimensión.
Vale la pena experimentar con los pares modificados, desplazándolos más o menos o cambiando el punto de enfoque (el elemento principal). Los resultados siempre serán interesantes. Aunque es posible crear imágenes tridimensionales en color (primera foto, abajo), el efecto siempre será mucho más fuerte cuando se trabaja en blanco y negro (segunda foto, abajo).

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