"Editar en" o "Exportar"?


Cuando, al usar Lightroom o Aperture, estamos en el proceso de diseñar un flujo de trabajo, siempre hay detalles que al principio parecen insignificantes y que luego pueden llegar a ocasionarnos serios dolores de cabeza. Uno de estos detalles es la forma en que ligamos el trabajo con algún editor externo, como Adobe Photoshop.

Generalmente, si hacemos clic derecho sobre la imagen, aparece el menú contextual en el que existe la opción “Editar en” y viene una lista de las aplicaciones que tenemos instaladas para este fin. En las preferencias de la aplicación, es decir, de Lightroom o Aperture, definimos, como mínimo, en qué formato y con qué profundidad de bit queremos hacer la exportación al editor externo—como TIFF o como PSD, de 8 o de 16 bits. Lo que no viene ahí es una opción para definir dónde guardar la imagen resultante, que acaba no sólo guardada en la misma carpeta que la original, sino agregada al catálogo o fototeca.

Me llegó a pasar que después de un rato tenía ya varias copias de la misma imagen, unas en RAW, otras en TIFF, otras más en PSD y algunas otras en JPEG, todas en el mismo catálogo. Aunque podía agruparlas en pilas y ocultar todas menos la original, me parecía demasiado desorden. Además, hubo ocasiones en que quise volver a enviar una imagen al editor externo y acabé con una copia de la copia de la copia.

A partir de ese momento, decidí que la forma de trabajar con estas imágenes tenía que ser parte de mi flujo de trabajo y que, de alguna manera, debía tener control sobre la ubicación y destino final de esas copias. Empecé por deshacerme de las copias y conservar únicamente el original. Luego, creé una carpeta a la que llamé “fotografías en proceso”. Esta carpeta no forma parte del catálogo; sólo tengo acceso a ella a través del editor externo. De esta manera, el catálogo sólo contiene las fotos originales.

El siguiente paso es preparar la imagen para trabajarla. En este caso, no uso la función “Editar en”, para evitar que la copia llegue a mi catálogo. Más bien, uso la función “Exportar”, donde doy a la imagen las características y ubicación que quiero. De hecho, he creado varios ajustes preestablecidos para hacer esto con un solo clic, dependiendo de lo que necesito. Este ajuste me permite exportar varias imágenes a la vez sin que se abran todas en Photoshop. Cuando trabajas con archivos muy grandes, abrir varias imágenes en Photoshop al mismo tiempo puede hacer que la memoria de tu computadora empiece a dar problemas.

Una vez que he terminado de trabajar una imagen, la paso a otra carpeta, a la que he llamado “fotos trabajadas”, que, a su vez, está dividida en carpetas según el uso que le vaya a dar a cada foto. Entonces, si, por ejemplo, el siguiente paso es entregar la foto al cliente, la saco de ahí, la grabo en un disco y se la doy. Nunca entrego originales. Si se trata de un cliente permanente, que me da trabajo regularmente, conservo un respaldo de sus imágenes. Si no, una vez entregadas las copias trabajadas, borro los originales de mis discos duros. De esta manera mantengo mis catálogos limpios y ordenados.

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