¿Photoshop, Lightroom o nada?

Las discusiones sobre qué software es mejor y para qué llegan hoy a niveles asombrosos. No faltan aquellos que defienden a Photoshop/Camera Raw a capa y espada o aquellos que están casados con Lightroom; incluso aquellos que desprecian a Adobe por haber establecido el plan de renta y prefieren buscar opciones distintas. Pero creo que la mayoría de estas discusiones omite el punto más importante: ¿qué quiero hacer con mis fotos y qué software me brinda las herramientas que necesito para ello?

Se me ocurre resolver este aparente dilema analizando las distintas formas de trabajo que podríamos encontrar.

1. Para entrega inmediata
Si tu trabajo requiere que entregues todas las fotos justo después de haberlas tomado—como es el caso del fotoperiodismo o el de algunas empresas donde, por cuestiones de seguridad y confidencialidad, no permiten que las fotos salgan de sus instalaciones—entonces, tu mejor opción es: nada. Ningún software.

Claro que lo anterior requiere, lógicamente, que conozcas a fondo tanto la luz como tu equipo, para que puedas lograr las exposiciones correctas en cámara, pues las condiciones de exigencia en este tipo de proyectos no permiten ni siquiera hacer correcciones menores después.

Esto me hace pensar—sin el afán de crear polémica—que se requiere un nivel de profesionalismo muy elevado, pues habría que capturar las imágenes en JPEG, en un marco de tiempo muy limitado. Conozco muy pocas personas con los conocimientos y experiencia necesarios para hacerlo bien sin disparar miles de veces.

2. Eventos y similares en donde los precios están determinados por la competencia
Este tipo de fotografía requiere, por lo general, un mínimo de ajustes en posproducción—claro, partiendo del supuesto de que las tomas fueron buenas, para empezar. En estos casos, disparar en RAW es la mejor opción, pues permite hacer esos ajustes en software como Camera Raw, Lightroom, On1Raw o Capture One.

Este enfoque requiere un amplio conocimiento del software, así como el diseño de un flujo efectivo de trabajo que permita ahorrar tiempo en los procesos de posproducción. Y aquí vale la pena hacer un hincapié: para que el ingreso obtenido por las fotos no se diluya, es de gran importancia mantener los tiempos de posproducción al mínimo. Nadie quiere cobrar una cantidad fija por una foto para después invertir demasiado tiempo en retocarla.

3. Fotografía artística
Este renglón es muy amplio, pero digamos que aquí se enmarca todo aquello que requiera una mayor atención por parte del autor o, incluso, la participación de un equipo interdisciplinario de personas. En este tipo de foto, el tiempo no es problema; se busca un resultado específico sin importar cuánto tiempo se requiera para obtenerlo. El fotógrafo, por lo general, cobra por su capacidad creativa, no por la cantidad de fotos que entrega.

Aquí podríamos encontrar desde el retrato en estudio hasta la fotografía de fashion. Aquí se enmarcan, también, la fotografía de paisaje, de arquitectura y de producto. Así mismo, encontramos aquí la fotografía relacionada con el diseño, como para la creación de carteles o publicaciones impresas. Y ni qué decir de la fotografía cuyo propósito, netamente de expresión personal, es llegar a alguna importante galería.

Este tipo de fotografía requiere el dominio de software que permita una mayor manipulación de las imágenes, como Photoshop, Affinity Photo o Pixelmator, además del requerido para los ajustes iniciales, como Camera Raw, Lightroom o Capture One. Requiere, también, conocimientos mucho más sólidos en áreas como teoría del color, composición o procesos de impresión. Y, en muchos casos, también el dominio de otros tipos de procesos fuera de los mencionados.

En conclusión
Como se pude ver, sin adentrarnos demasiado en los diferentes segmentos, cada tipo de fotografía tiene requerimientos de software distintos. Lo más importante es que quien toma la foto sepa qué quiere hacer, para qué lo quiere hacer y qué necesita para obtener el resultado deseado. Como diría Ansel Adams, “No hay cosa peor que una fotografía perfectamente nítida de un concepto perfectamente borroso.”


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